Quien fue San Vitores

San Víctores nació en Cerezo de Río Tirón, una localidad de Burgos, a principios del siglo IX. Después de su ordenación como sacerdote, desempeñó su ministerio en la iglesia de Santa María de Villalba, en su pueblo natal, en un momento en que la región estaba siendo amenazada por incursiones musulmanas en el siglo IX. Durante ese período histórico, fue testigo de cómo muchos habitantes de su localidad se convertían al islam bajo la influencia de los invasores.

Sintiendo un llamado a una vida más espiritual, San Víctor decidió convertirse en ermitaño y se estableció en una cueva que él mismo excavó cerca de Oña. Pasó siete años en aislamiento antes de recibir, según la tradición, la visita de un ángel. Luego regresó a su pueblo natal, que en ese momento estaba sitiado por los musulmanes. A través de sus predicaciones, logró inspirar a muchos defensores cristianos de la región y convirtió a varios de los invasores musulmanes, incluida Coloma, la hija del rey de Gaza, que más tarde se convertiría en santa mártir.

Siendo un objetivo de los invasores, fue capturado mientras se dirigía a Quintanilla de las Dueñas para predicar. Frente a esa localidad, instó a los cristianos a resistir sin renunciar a su fe en el islam y, como resultado, fue crucificado. Sorprendentemente, después de tres días, aún con vida y continuando sus predicaciones, fue bajado de la cruz y decapitado.

Según la tradición, después de ser decapitado, San Víctor se levantó del suelo, recogió su propia cabeza, bendijo a sus verdugos y se dirigió hacia el pueblo de Cerezo, lo que llevó a la conversión al catolicismo de quienes lo habían ejecutado. De regreso al pueblo, continuó predicando y realizando milagros hasta que finalmente se retiró a una cueva en Cubillas, cerca de Cerezo, donde murió. Su papel en la evangelización y en la preservación del catolicismo en los pueblos de la zona lo convirtió en un defensor clave de la Reconquista.